Aprender a sanar mirando nuestra historia y a nuestros antepasados

Agosto 2, 2021

Poner en contexto la vida de los otros nos permite entender su actuar y no juzgar… nos permite mirar al otro con una mirada puesta en la legitimidad de su historia y sus experiencias y eso nos aleja del prejuicio y la condena … nos acerca a la aceptación, la reparación e incluso al perdón.

¿Cuan conscientes somos de la herencia que recibimos de nuestros antepasados?, ¿Cuánto de nuestras características o de nuestra forma de enfrentar la vida nos pertenece solo a nosotros y cuanto es herencia de nuestra familia? Esta es una pregunta que me inquieta y que me hace pensar en la importancia de que el espacio terapéutico sea una oportunidad de mirar nuestra historia y la de quienes estuvieron antes que nosotros.

Bowen (1991) señala “en el período de solamente 150-200 años un individuo es el descendiente de 64-128 familias, cada una de las cuales le ha realizado algún aporte”. Así como Bowen, muchos autores plantean la importancia de mirar hacia el pasado con la convicción de que hay un tejido invisible que se transmite de generación en generación y que muchas veces no vemos y es motivo de dolor y sufrimiento. Nuestras familias no solo nos transmiten rasgos físicos o características determinadas como el color de pelo o nuestra estatura, también nos transmiten una herencia psíquica, marcada por distintas experiencias, algunas incluyen dolores, traumas, exigencias, sensación de injusticia, sentimientos de culpa, lealtades, deudas que nos hacen ser quienes somos y resolver como lo hacemos. Trabajar en hacer consiente estos aspectos que muchas veces no sabemos de dónde vienen puede ser una maravillosa herramienta para sanar y al mismo tiempo transformar esa herencia recibida.

Detenerse a mirar nuestra historia vital, nuestra forma de resolver, o de vincularnos con los otros, mirar nuestra forma de sentir o de expresar puede ser un lente para mirar lo que hemos heredado, ya sea de nuestros padres, nuestros abuelos o de alguien más. De manera inconsciente vamos replicando, desde la similitud repitiendo el mismo patrón, “mi madre /padre lo hacia así, yo lo hago igual” o me vinculo con personas que son como ellos, o desde la diferencia “me esfuerzo por no ser como mi madre/padre”, e intento vincularme con aquellos que puedan brindarme lo que de ellos carecí, a veces resulta, otras veces no, y repetimos sin ser consciente de esto.

Es por ello que en todas las familias podemos encontrar historias, formas de ser y estilos de relaciones que se repiten y que seguirán repitiéndose si no hacemos consciente su origen.

Cuando digo que es sanador mirar nuestra historia vital mirando la historia de quienes estuvieron antes que nosotros, es porque poner en contexto la vida de los otros nos permite entender su actuar y no juzgar… nos permite mirar al otro con una mirada puesta en la legitimidad de su historia y sus experiencias y eso nos aleja del prejuicio y la condena, en cambio nos acerca a la aceptación, la reparación e incluso al perdón.

Por ello, que cuanta más conciencia tengamos como individuos de la herencia que hemos recibido de nuestra familia de origen, mayor facilidad tendremos de modificar aquellos legados que nos perjudican y resultan disfuncionales para nuestro desarrollo como personas y como parejas, padres, madres, etc.

Los invito a mirarse y a comenzar a distinguir aquello que es propio de cada uno y aquello con lo que cargan que no les pertenece, mirarlo es el primer paso para soltarlo y devolverlo a su origen…

1 Comment

  1. Isabel Cisterna

    Hoy al mirar mi linaje materno me hace tanto sentido, es difícil muchas veces aceptar que el daño puede ser transmitido de manera aprendida como una forma de manifestar un sentimiento…

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