El duelo es amor que no sabe a dónde ir

Septiembre 9, 2021

Cuando un ser querido fallece, perdemos su presencia física, pero no la relación con dicha persona. La relación se mantiene y se mantendrá a lo largo de nuestras vidas.

El día 05 de septiembre se conmemoró en Chile el día de la Condolencia y el Adiós: un acompañamiento comunitario hacia las personas que han vivido la muerte de un ser querido durante la pandemia de COVID-19.

La pandemia ha removido la vida de toda la humanidad desde el año 2020 y la muerte de un ser querido ha sido vivida por millones de personas a lo largo del mundo y por miles en nuestro país en un contexto particular, sin muchas veces haber podido realizar los rituales sociales esperados ante el fallecimiento. La falta de estos rituales o bien la rapidez en la que se deben realizar, ha generado la vivencia de duelo de una manera distinta o inclusive más dolorosa para algunas personas.  

La frase que le da título a este artículo no es de creación propia – me la compartió una de mis alumnas, Simonne, la cual se la compartió una terapeuta a su vez- llegando hasta a mí y me fue tan significativa, al remover lo que puede significar un proceso de duelo en una persona y en una familia, entre otros diversos significados que puede tener este proceso.

Cuando un ser querido fallece, perdemos su presencia física, pero no la relación con dicha persona. La relación se mantiene y se mantendrá a lo largo de nuestras vidas. Por eso, el duelo podría ser ese amor y cariño hacia la persona “que no sabe a dónde ir”, y para continuar, podemos aprender cómo y hacia dónde dirigir ese amor. Cada persona y cada familia, lo puede construir de la forma que necesite: haciendo rituales sin compañía, rituales en familia para conmemorar a nuestro ser querido, hablarle diariamente sintiendo que nos acompaña en nuestro proceso de vida, permitiendo que los recuerdos de esa persona continúen en la cotidianidad (y muchas otras posibilidades). En especial, construir rituales, es importante para aquellas familias que no pudieron realizar los rituales normativos ante el fallecimiento o lo debieron realizar de una manera acelerada, lo que no permitió el procesar la experiencia.

En terapia sistémica, sea individual o familiar, el duelo se aborda como un proceso en donde emergen diversas emociones (tristeza, culpa, rabia, frustración), todas necesarias de mirar y así continuar la vida sin la presencia física del ser querido; el objetivo de una terapia para una persona o familia que está en este proceso no es la de olvidar, sino que recolocar a la persona en la vida de una manera que permita tranquilidad, aunque las emociones de tristeza (y otras) emergerán a lo largo de la vida.

En una familia, el duelo es vivido por todos sus miembros, cada uno de una manera distinta y en terapia se puede construir como comprenderse y acompañarse en este proceso, de diversas maneras y de acuerdo con las necesidades de cada uno/a, hablando sobre el dolor, las preocupaciones que emergen sobre el futuro, llegando a construir sobre como continuar la vida cotidiana y las fechas importantes para la vida familiar, sin la presencia física del ser querido, entre otros temas.

…La desaparición física de un ser querido que amamos, no nos obliga a olvidarlo… y acompañados en familia y con seres queridos e inclusive acompañados por un terapeuta (cuando el dolor parece insostenible), nos permite conmemorar y relevar el legado que esa persona ha dejado en nuestras vidas, encontrando un sentido al dolor que emerge ante la muerte.

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