En el espacio de supervisión, tenemos la posibilidad de mirar los procesos de psicoterapia desde un lugar reflexivo, e ir pensando junto a otras y otros…
La práctica de la psicoterapia suele ser un camino solitario, que se ejerce la mayoría de las veces, en la consulta privada. Una de las motivaciones que nos inspiraron y movilizaron para formar Espacio ConVivir, fue precisamente esta idea de poder sostenernos como psicoterapeutas y conformar un equipo desde el cual poder acompañarnos en nuestra práctica clínica, principalmente, a través de la supervisión.
En el espacio de supervisión, tenemos la posibilidad de mirar los procesos de psicoterapia desde un lugar reflexivo, e ir pensando junto a otras y otros, cómo ir abordando los desafíos o impasses que a veces nos entrampan y nos dejan con la sensación de no estar avanzando en direcciones más provechosas para nuestros consultantes.
En este ejercicio de mirar y pensar juntos, el formato de supervisión grupal resulta enriquecedor en varios sentidos. Siguiente a Paré (2016), se reconoce como los principales beneficios del proceso grupal, la oportunidad de contar con las múltiples perspectivas que brindan las diversas ubicaciones sociales y las historias personales de los terapeutas participantes; la creatividad aditiva asociada con la discusión grupal generativa y la reflexión; la solidaridad grupal que crea un aterrizaje suave que apoya la reflexividad y la posibilidad de aprender de los propios errores; la oportunidad de dar testimonio colectivamente de giros favorables en las vidas de los consultantes y en las prácticas de los terapeutas. El entorno de supervisión grupal ayuda a los terapeutas a hacer visibles sus puntos ciegos, en un lugar de apoyo que fomenta la reflexividad y el crecimiento.
La supervisión grupal requiere un trabajo de cohesión grupal previo a la realización de la supervisión propiamente tal (Araya et al., 2017). Para generar un contexto propicio, se requiere que el trabajo de supervisión favorezca un clima de respeto, apertura y confianza. Además, es responsable de cuidar que todas las voces y las necesidades de los participantes del grupo sean representadas, escuchadas y consideradas, teniendo siempre en cuenta el bienestar de los consultantes. Desde esta perspectiva, quien supervisa, no cree que sus ideas tienen más peso, ni más importancia que las ideas de los supervisados y participantes del grupo, más bien ofrece su experiencia en la práctica clínica, así como sus habilidades para acceder sus propios recursos y los recursos de los participantes y maximizar la diversidad en ideas, estilos y contextos (Fernández, London y Tarragona 2002).
En nuestro equipo de Espacio ConVivir, la supervisión es una herramienta importante y forma parte de nuestra práctica clínica, porque valoramos estos espacios reflexivos, que nos permiten ir mirando distintos niveles, y de esa forma aportamos en ofrecer un servicio de psicoterapia competente, que promueve el bienestar de las personas, familias y parejas que nos consultan.
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