Resulta imprescindible lograr una primera etapa de adaptación al retorno a las salas, colocar como primera necesidad el equilibrio gradual del bienestar emocional y social de los niños y niñas, y sus familias, por sobre los logros académicos…
Mucho tiempo el retorno a clases presenciales de los niños y niñas fue un tema de preocupación y de difícil decisión, tanto para sus familias como para las autoridades. Un año y medio en estado de excepción de nuestro país se transformaron para la educación en un estancamiento en el aprendizaje, tal vez, para los padres y apoderados/as más exigentes en lo académico, sin embargo, es más importante la evidencia en el estancamiento del desarrollo integral de los niños y niñas.
Sabemos que, los niños y niñas aprenden explorando, experimentando, observando y ocupando sus sentidos, emociones y sentimientos, todo esto desde la interacción con sus pares y profesores, quienes guían su aprendizaje, haciendo de él, un aprendizaje significativo, que además de eso, a través de sus experiencias en relación con el otro/a, desarrollan la autorrealización y reciben la gratificación de su entorno, fortaleciendo la autoestima. Por lo tanto los colegios, no sólo son los encargados de potenciar la enseñanza académica, sino también el aprendizaje social y emocional.
De acuerdo a esto último, el retorno a clases en el aula, podría ser vivido con temor, enojo, angustia, dudas e incertidumbres, para los niños, niñas y sus familias, y también en los profesores, sumado al desgaste emocional que ya traen consigo los padre, pues, tuvieron que sostener las clases virtuales de sus hijos e hijas sin tener las herramientas pedagógicas para lograr el aprendizaje, y además, el cambio en la dinámica familiar, que sin duda desafiaron las habilidades vinculares con sus hijos/as, para lograr cumplir con la atención y concentración en las clases virtuales y las tareas. En cuanto a los estudiantes, podríamos observar ansiedad de separación, tal vez en los/as pre escolares, dolores de estómago, evitación o desborde en la conducta, tristeza o desolación. En el caso del adolescente, ideas de invulnerabilidad, donde nada malo les podría pasar, colocando en riesgo su salud física y activando más preocupación de sus padres. Cuando los niños y niñas se encuentran en estado de ansiedad e incertidumbre, se desconectan las áreas del cerebro que activan el aprendizaje y se activan las áreas de supervivencias, impidiendo la adquisición de nuevas ideas y la motivación por interactuar y vivir experiencias nuevas.
Es así que para lograr un aprendizaje, los niños y niñas deben estar en equilibrio en sus emociones y sentimientos, tener una claridad anticipada de qué es lo que va a pasar en este retorno. Los niños y niñas deberán sentirse seguros y en confianza a cargo de sus profesores y percibir a sus padres el calma, coordinados y organizados con las autoridades del colegio.
Resulta imprescindible lograr una primera etapa de adaptación al retorno a las salas, colocar como primera necesidad el equilibrio gradual del bienestar emocional y social de los niños y niñas, y sus familias, por sobre los logros académicos, a través de poner en atención en las emociones y sentimientos diarios de los estudiantes, fortaleciendo las relaciones a través de la comunicación y el desarrollo de la confianza de los vínculos con pares y profesores.
Los profesores, familias, niños y niñas deben saber que el contacto físico no es la única forma de interactuar, sino que en esta primera etapa la comunicación verbal y emocional, entre profesores, estudiantes, padres y apoderados es esencial. Establecer límites y normas claras, de conocimiento de las familias, como también generar actividades en que los estudiantes puedan expresar sus temores, y preocupaciones explorando e identificando sus emociones y sentimientos. Los profesores, con el apoyo de las familias en casa, deben ser una guía en la exploración de lo que sienten y piensan, validando sus experiencias a través de sus temores e incertidumbre. Detener los contenidos académicos y ampliar espacios para socializar desde la conversación, entretención y juegos, resulta ser una estrategia esencial para afrontar esta nueva vuelta a clases.
Buenisimo toda la razon !