Reflexiones a dos años del “Estallido Social”

Octubre 27, 2021

Entender el protagonismo de la gente desde el 18 de octubre del 2019, deja de manifiesto una nueva forma de hacer política, acéfala donde no existe un líder y sin embargo tiene fuerza, buscando transformar lo que queremos hacer con el país y a nosotros mismos, donde la fuerza no está en el líder político, sino en la gente.

A dos años del acontecimiento social que buscó transformar el país, con la consigna “Chile despertó”, creemos que puede ser leído como una señal que busca favorecer la salud mental por parte de la misma gente, de la mayoría de las comunidades cansadas, frustradas, maltratadas y desatendidas por lo que podríamos llamar la “cultura de mercado” y política neoliberal, en la medida que se visibilizó una serie de problemáticas que buscaron hacerse escuchar. 

Esta respuesta de los movimientos sociales en las manifestaciones vividas desde octubre del 2019, aplacadas por la pandemia, pueden ser entendida como una respuesta a la violencia estructural que existe en el país (expresada como exclusión social, bajos salarios, dificultades para cubrir necesidades básicas, altos niveles de endeudamiento, precarización de los sistemas de salud pública, entre otras condiciones), no cabe duda que para dar respuesta a dichas situaciones implica una transformación y cambios más largos en el tiempo, pero mientras siga existiendo una sociedad, con estos niveles de injusticia y desigualdad es de esperarse una respuesta por parte de la gente a dichas condiciones. 

Siguiendo al dramaturgo Alfred Jarry el “sentido de realidad” estriba en la aptitud para percibir, asimilar -y hacer- excepciones, más que captar regularidades,  en este sentido cabe preguntarse en qué medida el estallido social iniciado el 18 de octubre del año 2019, marca una excepción a este “sentido de realidad” que como ciudadanos/as sosteníamos de nosotros/as mismos/as, es decir, tener la capacidad de pensar lo impensable, un ejemplo de ello es la construcción de la  nueva constitución que nos regirá como país o el retiro de los fondos de pensiones de las afps (ambas situaciones impensadas hace dos años). 

El actual sistema económico-político no es un sistema fácil de transformar incluso convierte la misma protesta en un objeto de consumo o espectáculo,  buscando la programación y protocolización de la vida misma en toda sus dimensiones, donde todo lo que rompe lo programado es entendido como violencia y autoritarismo, fue justamente el “estallido social” un acto sin protocolo, que fue dando cuenta que la gente no tenía miedo a salir a marchar, en una sociedad donde se fomenta el miedo, donde el poder político y económico explota el “culto al miedo” como una lógica de dominación, el “no tener miedo” puede ser entendido como una señal de bienestar y perdida del miedo a vivir una vida que valga la pena ser vivida.  

Para Marx “siendo la naturaleza humana la verdadera comunidad de los hombres, estos producen al afirmar su naturaleza la comunidad humana, el ser social que no es una potencia general, abstracta frente al individuo aislado, sino el ser de cada individuo, su propia actividad, su propia vida, su propio goce, su propia riqueza. Decir que el hombre está en sí alienado es decir que la sociedad de este hombre alienado es la caricatura de su comunidad real.” El carácter de recursividad que existe entre el individuo y la sociedad deja de manifiesta el ser social como una condición de potencia en la vida de la comunidad, de la cual somos parte. Entender el protagonismo de la gente desde el 18 de octubre del 2019, deja de manifiesto una nueva forma de hacer política, acéfala donde no existe un líder y sin embargo tiene fuerza, buscando transformar lo que queremos hacer con el país y a nosotros mismos, donde la fuerza no está en el líder político, sino en la gente.

Volviendo a la hipótesis inicial cabe señalar que el estallido social, entre otras cosas:  i) buscó tramitar distintas emociones y sentimientos vinculados al malestar social de la gente; ii) instaló una tensión entre la gente como actor social y la institucionalidad política, dejando de manifiesto el poder de cambio de la ciudadanía; iii) mayor consciencia social en la capacidad de materializar sus propósitos; iv) la búsqueda de una respuesta colectiva a padecimientos y problemas individuales; v) la represión política y violencia con que responde el Estado (homologado a la vivida en la dictadura militar) junto al tratamiento mediático de los medios de comunicación son mecanismos puestos al servicio del control social, generando una traumatización de las personas a distintos niveles. Finalmente, a modo de cierre, la forma en que usemos y nos sirvamos de lo que se inaugura el 18 de octubre del 2019 estará en directa relación con la capacidad de apropiación de dicha potencia.

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